sábado, 31 de diciembre de 2016


La parábola de la Cizaña

Mateo 13, 24-30:

 Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
 Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.
 Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.
 Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene  cizaña?”
 Él les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?”
 Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
 Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la  cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”»

Las parábolas que los Evangelistas nos dan, por parte de Jesús, son como la nota especial de la enseñanza de Jesús. En ellas, hay mucha dulzura, hay muchas ideas sugestivas, que nos transportan a mundos mentales de un contenido psicológico maravilloso, que vale la pena dedicarle un apartado.
No haremos un análisis de cada una, desde nuestra metodología, sino de algunas, como la de la cizaña y el trigo.

Notas preliminares:


Para este capítulo nos valemos de las influencias de muchos autores, aunque no los citemos como de consulta. Pero, no vamos a negar su influencia. Así, no podremos negar que en algo nos determinan autores como Dan Brow, Osho, Carlos Vallés, Freud, y, otros muchos, sobre todo, en la línea de la psicología práctica, que abundan en la actualidad.
Aunque, es de suponer que para el lector versado, en este momento estará revoloteando la pregunta sobre Dan Brow y dirá en qué nos influencia. Si, nos detenemos y citamos su libro Ángeles y Demonios, pues, no podremos negar, que, ciertamente, abre muchos caminos. Aún, su libro El Código Da Vinci. Y, no podremos negar que nos ayuda. Porque, no necesariamente, los que nos influencian y ayudan, de alguna manera, tengan que hablar de la Biblia o de religión. Por caminos paralelos, al fin y al cabo, todos están en búsqueda de la verdad sobre el “fenómeno humano”, para citar una expresión tehilderiana.
Hoy, por hoy, por caminos paralelos, existe una gama de autores muy extensa que aborda el tema de fondo de la parábola de la cizaña y del trigo. Sobre todo, a nivel de psicología práctica y profunda. Así, muchos hablan del ying y del yang, otros, que el hombre es de Marte y la mujer de Venus; y, en esta línea están resaltando el tema de los opuestos, y, que son complementarios y necesarios. Y esto ya está implícito en la parábola de la cizaña y del trigo. Freud, por ejemplo, nos habla del consciente-inconsciente, de allí la importancia de los sueños (como realidad onírica) para nuestras vidas, pues, nos están liberando. En donde los opuestos se necesitan y complementan. Los opuestos no son antagonismos, sino, complementarios y necesarios.
Gracias a estos autores que pululan en las casas editoriales de nuestros días, y que son tan leídos, están, sin saberlo, tal vez, ahondando en la parábola de la cizaña y del trigo. Gracias a ellos puede entenderse mejor esta parábola. ¡Cómo, negar, entonces, su influencia! Yo, mismo, he escrito un libro en el año 1990, titulado El viaje (filosofía de la ambigüedad), pero, no he tenido la valentía de publicarlo, por temor a malas interpretaciones, y que se haya en esta línea de pensamiento. Valdría la pena decidirse, al respecto.

Nuestros patrones culturales han entorpecido la comprensión de la parábola de la cizaña y el trigo de los Evangelios:


No podemos negar que ciertos patrones de comportamiento social de ciertas épocas han entorpecido la comprensión sobre la verdad del fenómeno humano.
Así, por ejemplo, se nos ha insistido tanto, a veces, sobre la cultivación y formación de virtudes, en contra de defectos, que muchas veces, hasta tenemos temor y vergüenza de admitir que tenemos errores y defectos que afean nuestra personalidad.
Pero, si tenemos en cuenta lo que dice y lo que contiene la parábola de la cizaña y del trigo, nos veremos obligados a ir en contra de esa formación cultural. Y, la de enfrentarnos con nosotros mismos, respecto a esos criterios.
Cuando en algunas actividades de grupo se hace auto-presentaciones nunca se oye de los defectos de quien se presenta. Nadie dice de sí mismo que es iracundo o con tendencia a la ira, con facilidad. O, que es perezoso para tales o cuales actividades. Y, así, por el estilo. O, cuando en algún grupo, alguien tiene la osadía de mostrarse tal como es, aún, con su impulsividad, no dejará de haber alguno que lo llame a calmarse o a que se domine. Porque hay que dominarse. Porque es muy feo que vea y se descubra que tiene defectos, en tal o cual, aspecto concreto de su personalidad. Y, sí, esa persona afectada, no tiene la suficiente fuerza en sí mismo, llega a sentirse culpable, porque lo han hecho sentir culpable.
Definitivamente, ciertos patrones culturales, no hacen más que ocultar y ocultarnos.
¿Dónde queda la parábola de la cizaña y del trigo? Queda incompleta, porque, sólo hay que cultivar el trigo.
Leía alguna vez a una autora de un libro sobre psicología emotiva y resaltaba que nuestros defectos no están como añadidos para entorpecernos y afearnos. Sino, que nuestros defectos están en función de nuestro propio crecimiento como personas. Nuestros defectos, o nuestros lados oscuros, para dulcificar la expresión, están como en el otro lado de la balanza, precisamente, para hacer contrapeso a lo bueno, y, lograr, así, el justo equilibrio. Porque, aún lo negativo es positivo para nosotros mismos, en función de crecimiento.
¿Y, no es eso lo que ya nos está diciendo la parábola de la cizaña y del trigo? ¿Si no, qué, pues?
Ahora bien: como nuestra metodología no es espiritualizar los textos entresacados, porque nos alejaríamos de su contenido teológico, y, por ende, netamente humano, dediquémonos de lleno a la parábola que queremos analizar, y, que ya nos está dando beneficios.

Elementos útiles, tal vez nuevos (re-descubriendo), de la parábola del trigo y de la cizaña:


 Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
 Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.
 Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.
 Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene  cizaña?”
 Él les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?”
 Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
 Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la  cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”»

a)     Otra parábola les propuso:


En el capítulo 13 del Evangelio de San Mateo aparecen siete parábolas. Aparecen otras en otras partes del mismo Evangelio, pero, hay en este capítulo una colección de parábolas, y cada una tiene un contenido humano de fondo, con un elemento teológico común, que las une: el Reino de los Cielos.
Pero, cada parábola tiene un contenido humano distinto, una de otra. Como la de la cizaña y el trigo tiene un contenido psicológico, desde nuestros criterios y maneras de ver, muy especial, como ya hemos estado señalando, haremos todo lo posible para enriquecernos desde ella y con ella.
Por eso, es importante, precisar, con el subtitulado resaltado, de que se trata de una parábola de entre otras. “Otra parábola les propuso”, dice el Evangelista. Esa precisión es importante ya que no se le puede dar a todas las parábolas de este Evangelio el mismo trato. Cada una exige un trato exclusivo y especial. A ésta le daremos un trato especial: desde el punto de vista de la psicología, aún, sin ser expertos en psicología. Pero no es necesario ser experto en psicología, ya que la psicología trata de comprender la mente y su comportamiento humano, aunque, no se tenga título ni licencia para hablar profundamente de la psicología, no se nos va a negar, que por participar de la condición humana, ya se está autorizado para tratar de entendernos. Así, sin ser expertos, somos los únicos que podemos entender nuestros recovecos humanos, mentales. Y, esta parábola ya tiene unos elementos que nos van a ser muy útiles.
“Otra parábola les propuso”.

b)     «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo...”


En otra parábola anterior, también habla de un sembrador que sembró semilla en el campo: cayendo en varios tipos de tierras (cfr. Mt. 13, 3-9). En esa parábola el contenido, pareciera, tener otras funciones, distintas a la que tenemos dispuesta para nuestro apartado.
En esta parábola, en concreto, se trata de buena semilla. Ya lo específica el mismo Evangelista: “un hombre que sembró buena semilla en su campo”.
¿Cuál es el campo? ¿Cuál es la semilla? Habla de la cualidad de la semilla: buena semilla.
Cuando se va a sembrar semilla, se supone, que se prepara el terreno. No dice que el terreno fue preparado. Aunque, queda sobreentendido, ya que, sí, es su campo, es de imaginar que queda por supuesto, que el campo lo conocía y sabía de todas sus bondades y de lo que era capaz de producir, para poder atinar la semilla que iba a sembrar. ¿O, no? ¿O, iba a perder tiempo y trabajo con la semilla en su terreno y campo específicos?
Esa pregunta puede ser clave. El campo era bien conocido por el sembrador. Esa condición y cualidad del campo queda ya determinado y precisado con la semilla que iba a sembrar, ya que era buena semilla. A tal campo, tal semilla. Y, a tal semilla, tal campo. Queda esclarecido, desde un comienzo de la parábola. ¿O, no?
El campo era bueno. También la semilla. Por eso se sembraba semilla buena en ese campo. Muy interesante, sin duda, esta relación.
¿De quién era el campo, suyo o prestado? Suyo, según se precisa desde un comienzo de la parábola.
¿Cómo era el campo? Está de más, decirlo: bueno, porque la calidad de la semilla lo determina. El Evangelista no hace detalles del campo, por lo menos, en esta parábola. Aunque en la anterior, Mt. 13, 3-9, hay una especificación.
¿El campo es el mundo? ¿El campo es la creación? No pareciera haber alternativa, tan sólo, que hubiese estado hablando de otra realidad que no estuviese esclarecida en la misma parábola. Y, no parece que esté implícita otra realidad. Por lo menos, no hay datos para pensar lo contrario.

c)     Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.


La semilla era buena. También el campo. Pero, vino su enemigo sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Aquí la cosa se pone interesante: ¿O, sea, que tenía enemigos el dueño de ese campo tan bueno? Pues, según, la parábola; sí. Si tenía enemigos.
¿Sí tenía enemigos, y los tenía, está resaltado, por qué, entonces, no tomó todas las previsiones del caso? ¿Por qué no colocó centinelas y guardias para que vigilaran y evitarse con que su tierra no tuviera lo que él no había sembrado, sino, puro trigo?
¿O, era, que no sabía que tenía enemigos y fue una sorpresa saber que los tenía? Si su tierra era tan buena, lo más lógico de pensar, es que los vecinos, le tuviesen envidia. ¿Entonces, por qué no tomó las previsiones?
¿Dónde estuvo el descuido, en los empleados, o, en el propio dueño? Tal vez, en ambos. Quizás, más en los empleados, porque ¿por qué se duermen? Está puede ser la clave. Anotémosla.

d)    Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.


Es lógico: había trigo, y, también, cizaña, sembrados. Aquí no hay para donde coger, como se dice. ¿Descuido de quién? Ellos habían sembrado trigo, pero, el enemigo, cizaña. Y estaba creciendo juntos, porque era lo que estaba sembrado.

e)     Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene  cizaña?”


Con la pregunta de los siervos de aquel amo se están justificando, y con ello, se están acusando con la excusa: Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene  cizaña?”. El amo podría acusarles de irresponsables, ¿no era, acaso, su tarea, el estar vigilantes de lo que se había sembrado? Van a dárselas, ahora, de que no saben por qué: por su descuido.
Pero, el amo no dice nada negativo, ni les reprocha absolutamente nada. ¡Qué interesante esa postura del amo! Ahí va a estar la clave de esa parábola tan maravillosa.

f)      Él les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.”


 “Algún enemigo ha hecho esto.”
¡Ajá!
¿Luego, entonces, reconoce que tenía enemigos? Buena respuesta, para los siervos, porque, así, ya no tienen tanta responsabilidad, que digamos. Así, ellos, evitarían menos reproches, en caso de que pudiesen presentarse. Y, en parte, la responsabilidad, era, en mayor peso, para el propio amo. Porque, sí sabía que tenía enemigos, ¿por qué no los alertó de manera especial para prevenir? Ya, es asunto del amo, no de los siervos. Esa respuesta del amo, definitivamente, les favorece a los siervos, en caso que quisieran sentirse culpables, que, muy en el fondo se sentían. Porque, ¿si no se sentían algo responsables, cómo se explica que su pusieran a la defensiva con la pregunta, entre comillas, de: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene  cizaña?”.
La respuesta del amo los tomó desapercibidos. No la esperaban. Los sorprendió: “Algún enemigo ha hecho esto.”

g)    Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?”


La respuesta del amo los tomó por sorpresa.
Ahora, había que mostrarse diligentes y fundamentosos, por lo menos, para, ganar puntos con el amo. De allí, que se mostraran tan dispuestos: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?”
¿Ahora, sí; no? ¡Ya, para qué!
Pero, se puede ir a recogerla y se quita el problema. Tal vez, para enmendar su descuido, que, por donde se vea, era su descuido. ¿O, no? Y, con ello, vuelven a acusarse. Pero, por lo menos, se estaban mostrando voluntariosos y dispuestos. Una manera de reconocer su falla.
Pero, el amo los vuelve a sorprender.

h)    Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo”.



¡Vaya¡ ¡Vaya! (como expresión de sorpresa, no del verbo “ir”).
No hace falta. Dejen que el trigo y la cizaña crezcan juntos. No hace falta que arranquen la cizaña, no sea, que el mal sea mayor. Es mejor que crezcan juntos. Tranquilos, todo a su debido tiempo.
¡Guao! (expresión, también de sorpresa).
Y, perdonen, que repita esta última expresión de sorpresa: ¡Guao! Y, muchos ¡Guao! El amo los volvió a sorprender. ¡Guao!

Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.  Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la  cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”»

Aproximaciones interpretativas del sentido teológico de la parábola del trigo y de la cizaña:



         Definitivamente, la sorpresa, tiene que ser la impresión final, después de la lectura de la parábola que estamos desglosando. ¡Cómo, negar tanta dulzura y cosas bonitas en esta parábola! ¡Cómo, no intuir cosas sabrosas en esta parábola! ¡Cómo no dejar de sentir hasta ganas de llorar! ¡¿Cómo, no, por favor?! 

Teología de los opuestos:

        
Por caminos distintos otros ya lo han intentado y conseguido, como decíamos al comienzo de este capítulo. Otros, por caminos paralelos, han llegado, sin saberlo, tal vez, a la profundidad de lo que ya está dicho en este extracto del Evangelio de San Mateo. Tal vez, no estén haciendo referencia directa a esta parábola, pero, nos están ayudando a comprenderla. ¡Cómo cerrarse y no descubrir que lo están haciendo y lo hacen con mucho atino!
El trigo-la cizaña. Precisamente, los opuestos.
Tal vez, el ying-yang, de otros autores, o lo femenino-masculino, también de otros autores, como Osho, Dan Brow, hasta el mismo Simon Freud, que tanto espanta y asusta a mucha gente.
El trigo-la cizaña. Lo bueno-lo malo, como complemento, no como antagónicos. La virtud-defecto. En esto nos están ayudando, realmente, muchos, cuando ya lo tenemos en la misma Biblia.
De hecho, todo en la Biblia es teología de los opuestos. Miremos, nada más, el principio del libro del Génesis:

Génesis 1

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2 La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
3 Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
4 Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad;
5 y llamó Dios a la luz «día»,  y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero.

Ya, en ese solo extracto del libro del Génesis hay varios opuestos: cielos-tierra; luz-oscuridad; día-noche.
Si seguimos, sólo con el libro del Génesis, seguimos encontrando los opuestos: Tierra-mares (seco-agua, Gn. 1,10); Adán-Eva; macho-hembra (cfr. Gn. 1,27);  árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn. 2,9);  Edén-desierto; Abel-Caín... En los mismos Evangelios: luz-tinieblas (cfr. prólogo de San Juan), verdad-mentira, verdad-engaño (Jn. 1,47; 8, 44...), subir-bajar (Jn. 1,51), carne-espíritu (Jn. 3,6, y otros muchos), Padre-Hijo (cfr. todos los Evangelios), siervo-amo; asalariado-dueño; nacimiento-muerte; luz (vida)-tiniebla (muerte); vida-muerte; viejo-nuevo; señor-esclavo, oír-guardar, ver-no ver, oír-no oír, entender-no entender, vid-sarmiento, siervo-amigo, poblado-desierto, uno-legión, judío-pagano, cruz-vida, cruz-resurrección. Y, así, en toda la Biblia. Para no seguir detallando los opuestos, citemos, el libro del Eclesiastés, en donde hay un gran resumen de los opuestos, con el famoso de tiempo-tiempo (tiempo-destiempo), y, así, queda todo aclarado: Eclesiastés 3 (sin obviar todo el capítulo 2 del mismo libro del Eclesiastés, por supuesto):

1 Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:
2 Su tiempo el nacer, y su tiempo el morir; su tiempo el plantar, y su tiempo el arrancar lo plantado.
3 Su tiempo el matar, y su tiempo el sanar; su tiempo el destruir, y su tiempo el edificar.
4 Su tiempo el llorar, y su tiempo el reír; su tiempo el lamentarse, y su tiempo el danzar.
5 Su tiempo el lanzar piedras, y su tiempo el recogerlas; su tiempo el abrazarse, y su tiempo el separarse.
6 Su tiempo el buscar, y su tiempo el perder; su tiempo el guardar, y su tiempo el tirar.
7 Su tiempo el rasgar, y su tiempo el coser; su tiempo el callar, y su tiempo el hablar.
8 Su tiempo el amar, y su tiempo el odiar; su tiempo la guerra, y su tiempo la paz.
9 ¿Qué gana el que trabaja con fatiga?
10 He considerado la tarea que Dios ha puesto a los humanos para que en ella se ocupen.
11 El ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el mundo en sus corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin.
12 Comprendo que no hay para el hombre más felicidad que alegrarse y buscar el bienestar en su vida.
13 Y que todo hombre coma y beba y disfrute bien en medio de sus fatigas, eso es don de Dios.
14 Comprendo que cuanto Dios hace es duradero. Nada hay que añadir ni nada que quitar. Y así hace Dios que se le tema.
15 Lo que es, ya antes fue; lo que será, ya es. Y Dios restaura lo pasado.
16 Todavía más he visto bajo el sol: en la sede del derecho, allí está la iniquidad; y en el sitial del justo, allí el impío.
17 Dije en mi corazón: Dios juzgará al justo y al impío, pues allí hay un tiempo para cada cosa y para toda obra.
18 Dije también en mi corazón acerca de la conducta de los humanos: sucede así para que Dios los pruebe y les demuestre  que son como bestias.
19 Porque el hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como la otra; y ambos tienen el mismo aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la bestia, pues todo es vanidad.
20 Todos caminan hacia una misma meta; todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo.
21 ¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida de la bestia desciende  hacia abajo, a la tierra?
22 Veo que no hay para el hombre nada mejor que gozarse en sus obras, pues esa es su paga. Pero ¿quién le guiará a  contemplar lo que ha de suceder después de él?

         ¿Entonces, por qué, no ver lo que ya está claro?
         ¡Qué maravillosa es la parábola del trigo y de la cizaña! Nos está recordando la realidad de los opuestos, queridos por Dios.
         ¿Será esa la enseñanza que en la parábola se nos está dando con la actitud y postura desconcertantes del amo, según la parábola?
         ¿Sí, es, así, por qué, entonces, asumir la actitud defensiva de los siervos del amo? ¿Hay cizaña, cuál es el problema? Tiene que haberla. ¿Tenemos cosas de nuestra personalidad que desdicen de nosotros? Tiene que haberlas. ¿Todo tiene que ser pura virtud? ¿Y, entonces, la parábola del trigo y de la cizaña?
         ¿Los opuestos, son, una contradicción con la naturaleza humana? ¿Y, entonces, la parábola del trigo y de la cizaña?
         Muchos, ya, lo han comprendido. Hasta el cine ha dado pasos agigantados al respecto: ¿No están haciendo películas, sobre todo en dibujos animados, que son tan especiales y refrescantes, de la Bella y la Bestia, del jorobado de Notre Dame, por citar algunas películas? ¿No se trata de resaltar, precisamente, los opuestos?
         ¿Y, los opuestos, no aparece, ya, en la parábola del trigo y de la cizaña?
         ¿Entonces?
         Terminemos, como debe terminar este capítulo:

Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
 Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la  cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”»

Nota final:


A este respecto, de la realidad de los opuestos, que, es ya, una teología, y de toda la Biblia, hay que reconocer el gran adelanto que están haciendo los que pertenecen a Alcohólicos Anónimos. Una de sus estrategias, es que quien pertenece a esta agrupación de sanación interior, antes de hablar, tenga que reconocer que es alcohólico. Y, así se presentan, después de decir sus nombres, se identifican como “alcohólicos”. ¿Y, eso, los hace menos? Al contrario, es el inicio, para que con sólo fuerza de voluntad comience el inicio de su sanación: reconocer la cizaña, pero, también el trigo. ¡Y, cuántos frutos no está dando! Ya lo dice Freud, en el caso concreto de los sueños, que hay que preguntarle al que soñó lo que significa su propio sueño, porque lo sabe, aún, cuando no lo haya descubierto conscientemente. Porque el sueño es la elaboración inconsciente (liberación-revelación) de lo que nos sucede conscientemente[1]. ¿Por qué tanto susto con Freud, y, junto con él, de otros tantos autores?
¿Entonces?
¿La oración del Padre nuestro, no es, ya, la oración de los opuestos: “hágase Tu voluntad, así, en la tierra, como en el cielo”, pidiendo, que, así, como en la Naturaleza, ya se hace esa unión, se haga, justo, en nosotros?[2] Nos alegra saber, a estas alturas, que ya hemos indagado sobre estas realidades, con intuición de poeta, que, muy en el fondo, no es otra cosa que teología. Nos alegra y anima a seguir perdiendo el tiempo, tal vez, para otros, mas no para nosotros[3]. Aunque, se podía alegar, a este punto, diciendo que lo que se está es haciendo auto-propaganda y promoción de los propios libros. No se niega, sin embargo. Pero, es la de reconocer, que, aún cuando se sea un total desconocido, no por ello, no se ha caminado por estos caminos. El ser conocido ya no depende del autor, porque se carece de los recursos económicos para promover una edición a lo grande. Pero, no por eso, no significa que no se esté caminando por donde se está caminando. Una cosa no determina a la otra. Todo lo contrario, este libro, es una prueba. Tampoco, es una limitante, porque se hace lo que se puede y se está haciendo. Lo segundo depende de un golpe de suerte publicitaria, o de quien se arriesgue a invertir en esta tarea, que ya no es empresa del autor, sino de quien tenga los modos y las maneras. Aunque, no se niega, la aspiración, ni se oculta. Esta última nota es la prueba evidente. Pero, ahí, se aplicaría, también otra parábola: la de los talentos enterrados: ya que quien va a invertir quiere el ciento por uno y va a querer multiplicar lo que siembra. Y, es justo, que, así sea. ¿O, no? Y, ahí, surge otro opuesto: gasto-ganancia, pues los opuestos, no son antagónicos, sino que complementan y se necesitan.
Terminemos, aplicando un opuesto: comienzo-fin.
Fin de este capítulo, aunque no agotado. ¿O, sí?



[1] Cfr. Freud, S., Introducción al psicoanálisis: los sueños; consciente e inconsciente en Metapsicología; Nuevas aportaciones al psicoanálisis: sueño y ocultismo, en Obras Completas Tomos I-II. Cfr. Vallés, Carlos, Ligero de equipaje, Tony de Mello un profeta para nuestro tiempo; Carlos Vallés, Vivir con alas, ángeles en la Biblia y en la vida. Cfr. Puche, José Daniel, Despierte su conciencia.
[2] Cfr. Albarrán, D., Así en la Tierra como en el cielo (reflexiones de poeta sobre el Padre nuestro).
[3] Véase, también, del mismo autor, Preguntas y respuestas de todo cristiano inquieto, El piar de un gorrión, En los sueños se nos dan respuesta de la vida diaria, Los Dos (filosofía de la historia) (novela); también, El Viaje (filosofía de la ambigüedad), no publicado, pero que el autor facilita para su lectura.

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