Mateo 13, 24-30:
Otra parábola les propuso, diciendo: «El
Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su
campo.
Pero, mientras su gente dormía, vino su
enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.
Cuando brotó la hierba y produjo fruto,
apareció entonces también la cizaña.
Los siervos del amo se acercaron a decirle:
“Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?”
Él
les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres,
pues, que vayamos a recogerla?”
Díceles: “No, no sea que, al recoger la
cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega.
Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y
el trigo recogedlo en mi granero.”»
Las parábolas que los
Evangelistas nos dan, por parte de Jesús, son como la nota especial de la
enseñanza de Jesús. En ellas, hay mucha dulzura, hay muchas ideas sugestivas,
que nos transportan a mundos mentales de un contenido psicológico maravilloso,
que vale la pena dedicarle un apartado.
No haremos un
análisis de cada una, desde nuestra metodología, sino de algunas, como la de la
cizaña y el trigo.
Notas preliminares:
Para este capítulo nos
valemos de las influencias de muchos autores, aunque no los citemos como de
consulta. Pero, no vamos a negar su influencia. Así, no podremos negar que en
algo nos determinan autores como Dan Brow, Osho, Carlos Vallés, Freud, y, otros
muchos, sobre todo, en la línea de la psicología práctica, que abundan en la
actualidad.
Aunque, es de
suponer que para el lector versado, en este momento estará revoloteando la
pregunta sobre Dan Brow y dirá en qué nos influencia. Si, nos detenemos y
citamos su libro Ángeles y Demonios, pues, no podremos negar, que,
ciertamente, abre muchos caminos. Aún, su libro El Código Da Vinci. Y,
no podremos negar que nos ayuda. Porque, no necesariamente, los que nos
influencian y ayudan, de alguna manera, tengan que hablar de la Biblia o de religión. Por
caminos paralelos, al fin y al cabo, todos están en búsqueda de la verdad sobre
el “fenómeno humano”, para citar una expresión tehilderiana.
Hoy, por hoy,
por caminos paralelos, existe una gama de autores muy extensa que aborda el
tema de fondo de la parábola de la cizaña y del trigo. Sobre todo, a nivel de
psicología práctica y profunda. Así, muchos hablan del ying y del yang, otros,
que el hombre es de Marte y la mujer de Venus; y, en esta línea están
resaltando el tema de los opuestos, y, que son complementarios y necesarios. Y
esto ya está implícito en la parábola de la cizaña y del trigo. Freud, por
ejemplo, nos habla del consciente-inconsciente, de allí la importancia de los sueños
(como realidad onírica) para nuestras vidas, pues, nos están liberando. En
donde los opuestos se necesitan y complementan. Los opuestos no son
antagonismos, sino, complementarios y necesarios.
Gracias a estos
autores que pululan en las casas editoriales de nuestros días, y que son tan
leídos, están, sin saberlo, tal vez, ahondando en la parábola de la cizaña y
del trigo. Gracias a ellos puede entenderse mejor esta parábola. ¡Cómo, negar,
entonces, su influencia! Yo, mismo, he escrito un libro en el año 1990,
titulado El viaje (filosofía de la ambigüedad), pero, no he tenido la
valentía de publicarlo, por temor a malas interpretaciones, y que se haya en
esta línea de pensamiento. Valdría la pena decidirse, al respecto.
Nuestros patrones culturales han entorpecido la comprensión de la
parábola de la cizaña y el trigo de los Evangelios:
No podemos
negar que ciertos patrones de comportamiento social de ciertas épocas han
entorpecido la comprensión sobre la verdad del fenómeno humano.
Así, por
ejemplo, se nos ha insistido tanto, a veces, sobre la cultivación y formación
de virtudes, en contra de defectos, que muchas veces, hasta tenemos temor y
vergüenza de admitir que tenemos errores y defectos que afean nuestra
personalidad.
Pero, si
tenemos en cuenta lo que dice y lo que contiene la parábola de la cizaña y del
trigo, nos veremos obligados a ir en contra de esa formación cultural. Y, la de
enfrentarnos con nosotros mismos, respecto a esos criterios.
Cuando en
algunas actividades de grupo se hace auto-presentaciones nunca se oye de los
defectos de quien se presenta. Nadie dice de sí mismo que es iracundo o con
tendencia a la ira, con facilidad. O, que es perezoso para tales o cuales
actividades. Y, así, por el estilo. O, cuando en algún grupo, alguien tiene la osadía
de mostrarse tal como es, aún, con su impulsividad, no dejará de haber alguno
que lo llame a calmarse o a que se domine. Porque hay que dominarse. Porque es
muy feo que vea y se descubra que tiene defectos, en tal o cual, aspecto
concreto de su personalidad. Y, sí, esa persona afectada, no tiene la
suficiente fuerza en sí mismo, llega a sentirse culpable, porque lo han hecho
sentir culpable.
Definitivamente,
ciertos patrones culturales, no hacen más que ocultar y ocultarnos.
¿Dónde queda la
parábola de la cizaña y del trigo? Queda incompleta, porque, sólo hay que
cultivar el trigo.
Leía alguna vez
a una autora de un libro sobre psicología emotiva y resaltaba que nuestros
defectos no están como añadidos para entorpecernos y afearnos. Sino, que
nuestros defectos están en función de nuestro propio crecimiento como personas.
Nuestros defectos, o nuestros lados oscuros, para dulcificar la expresión,
están como en el otro lado de la balanza, precisamente, para hacer contrapeso a
lo bueno, y, lograr, así, el justo equilibrio. Porque, aún lo negativo es
positivo para nosotros mismos, en función de crecimiento.
¿Y, no es eso
lo que ya nos está diciendo la parábola de la cizaña y del trigo? ¿Si no, qué,
pues?
Ahora bien:
como nuestra metodología no es espiritualizar los textos entresacados, porque
nos alejaríamos de su contenido teológico, y, por ende, netamente humano,
dediquémonos de lleno a la parábola que queremos analizar, y, que ya nos está
dando beneficios.
Elementos útiles, tal vez nuevos (re-descubriendo), de la parábola del
trigo y de la cizaña:
Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino
de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
Pero, mientras su gente dormía, vino su
enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.
Cuando brotó la hierba y produjo fruto,
apareció entonces también la cizaña.
Los siervos del amo se acercaron a decirle:
“Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?”
Él
les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto.” Dícenle los siervos: “¿Quieres,
pues, que vayamos a recogerla?”
Díceles: “No, no sea que, al recoger la
cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega.
Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y
el trigo recogedlo en mi granero.”»
a) Otra parábola les propuso:
En el capítulo
13 del Evangelio de San Mateo aparecen siete parábolas. Aparecen otras en otras
partes del mismo Evangelio, pero, hay en este capítulo una colección de
parábolas, y cada una tiene un contenido humano de fondo, con un elemento
teológico común, que las une: el Reino de los Cielos.
Pero, cada
parábola tiene un contenido humano distinto, una de otra. Como la de la cizaña
y el trigo tiene un contenido psicológico, desde nuestros criterios y maneras
de ver, muy especial, como ya hemos estado señalando, haremos todo lo posible
para enriquecernos desde ella y con ella.
Por eso, es
importante, precisar, con el subtitulado resaltado, de que se trata de una
parábola de entre otras. “Otra parábola les propuso”, dice el
Evangelista. Esa precisión es importante ya que no se le puede dar a todas las
parábolas de este Evangelio el mismo trato. Cada una exige un trato exclusivo y
especial. A ésta le daremos un trato especial: desde el punto de vista de la
psicología, aún, sin ser expertos en psicología. Pero no es necesario ser
experto en psicología, ya que la psicología trata de comprender la mente y su
comportamiento humano, aunque, no se tenga título ni licencia para hablar
profundamente de la psicología, no se nos va a negar, que por participar de la
condición humana, ya se está autorizado para tratar de entendernos. Así, sin
ser expertos, somos los únicos que podemos entender nuestros recovecos humanos,
mentales. Y, esta parábola ya tiene unos elementos que nos van a ser muy
útiles.
“Otra
parábola les propuso”.
b) «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que
sembró buena semilla en su campo...”
En otra
parábola anterior, también habla de un sembrador que sembró semilla en el
campo: cayendo en varios tipos de tierras (cfr. Mt. 13, 3-9). En esa parábola
el contenido, pareciera, tener otras funciones, distintas a la que tenemos
dispuesta para nuestro apartado.
En esta
parábola, en concreto, se trata de buena semilla. Ya lo específica el mismo
Evangelista: “un hombre que sembró buena semilla en su campo”.
¿Cuál es el
campo? ¿Cuál es la semilla? Habla de la cualidad de la semilla: buena
semilla.
Cuando se va a
sembrar semilla, se supone, que se prepara el terreno. No dice que el terreno
fue preparado. Aunque, queda sobreentendido, ya que, sí, es su campo, es de
imaginar que queda por supuesto, que el campo lo conocía y sabía de todas sus
bondades y de lo que era capaz de producir, para poder atinar la semilla que
iba a sembrar. ¿O, no? ¿O, iba a perder tiempo y trabajo con la semilla en su
terreno y campo específicos?
Esa pregunta
puede ser clave. El campo era bien conocido por el sembrador. Esa condición y
cualidad del campo queda ya determinado y precisado con la semilla que iba a
sembrar, ya que era buena semilla. A tal campo, tal semilla. Y, a tal
semilla, tal campo. Queda esclarecido, desde un comienzo de la parábola. ¿O,
no?
El campo era
bueno. También la semilla. Por eso se sembraba semilla buena en ese
campo. Muy interesante, sin duda, esta relación.
¿De quién era el campo, suyo
o prestado? Suyo, según se precisa desde un comienzo de la parábola.
¿Cómo era el
campo? Está de más, decirlo: bueno, porque la calidad de la semilla lo
determina. El Evangelista no hace detalles del campo, por lo menos, en esta
parábola. Aunque en la anterior, Mt. 13, 3-9, hay una especificación.
¿El campo es el
mundo? ¿El campo es la creación? No pareciera haber alternativa, tan sólo, que
hubiese estado hablando de otra realidad que no estuviese esclarecida en la
misma parábola. Y, no parece que esté implícita otra realidad. Por lo menos, no
hay datos para pensar lo contrario.
c) Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo,
sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.
La semilla era buena. También el campo. Pero, vino
su enemigo sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Aquí la cosa se pone interesante: ¿O, sea, que tenía enemigos el dueño
de ese campo tan bueno? Pues, según, la parábola; sí. Si tenía enemigos.
¿Sí tenía enemigos, y los tenía, está resaltado, por
qué, entonces, no tomó todas las previsiones del caso? ¿Por qué no colocó
centinelas y guardias para que vigilaran y evitarse con que su tierra no
tuviera lo que él no había sembrado, sino, puro trigo?
¿O, era, que no sabía que tenía enemigos y fue una
sorpresa saber que los tenía? Si su tierra era tan buena, lo más lógico de
pensar, es que los vecinos, le tuviesen envidia. ¿Entonces, por qué no tomó las
previsiones?
¿Dónde estuvo el descuido, en los empleados, o, en
el propio dueño? Tal vez, en ambos. Quizás, más en los empleados, porque ¿por
qué se duermen? Está puede ser la clave. Anotémosla.
d)
Cuando brotó la
hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.
Es lógico: había trigo, y, también, cizaña,
sembrados. Aquí no hay para donde coger, como se dice. ¿Descuido de quién?
Ellos habían sembrado trigo, pero, el enemigo, cizaña. Y estaba creciendo
juntos, porque era lo que estaba sembrado.
e)
Los siervos del
amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo?
¿Cómo es que tiene cizaña?”
Con la pregunta de los siervos de aquel amo se están
justificando, y con ello, se están acusando con la excusa: “Señor, ¿no sembraste
semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene
cizaña?”. El amo podría acusarles de irresponsables, ¿no era, acaso,
su tarea, el estar vigilantes de lo que se había sembrado? Van a dárselas,
ahora, de que no saben por qué: por su descuido.
Pero, el amo no
dice nada negativo, ni les reprocha absolutamente nada. ¡Qué interesante esa
postura del amo! Ahí va a estar la clave de esa parábola tan maravillosa.
f)
Él les contestó:
“Algún enemigo ha hecho esto.”
“Algún enemigo ha hecho esto.”
¡Ajá!
¿Luego,
entonces, reconoce que tenía enemigos? Buena respuesta, para los siervos,
porque, así, ya no tienen tanta responsabilidad, que digamos. Así, ellos,
evitarían menos reproches, en caso de que pudiesen presentarse. Y, en parte, la
responsabilidad, era, en mayor peso, para el propio amo. Porque, sí sabía que
tenía enemigos, ¿por qué no los alertó de manera especial para prevenir? Ya, es
asunto del amo, no de los siervos. Esa respuesta del amo, definitivamente, les
favorece a los siervos, en caso que quisieran sentirse culpables, que, muy en
el fondo se sentían. Porque, ¿si no se sentían algo responsables, cómo se
explica que su pusieran a la defensiva con la pregunta, entre comillas, de: “Señor,
¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?”.
La respuesta
del amo los tomó desapercibidos. No la esperaban. Los sorprendió: “Algún
enemigo ha hecho esto.”
g) Dícenle los siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos a
recogerla?”
La respuesta
del amo los tomó por sorpresa.
Ahora, había
que mostrarse diligentes y fundamentosos, por lo menos, para, ganar puntos con
el amo. De allí, que se mostraran tan dispuestos: “¿Quieres, pues, que
vayamos a recogerla?”
¿Ahora, sí; no?
¡Ya, para qué!
Pero, se puede
ir a recogerla y se quita el problema. Tal vez, para enmendar su descuido, que,
por donde se vea, era su descuido. ¿O, no? Y, con ello, vuelven a acusarse.
Pero, por lo menos, se estaban mostrando voluntariosos y dispuestos. Una manera
de reconocer su falla.
Pero, el amo
los vuelve a sorprender.
h) Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña,
arranquéis a la vez el trigo”.
¡Vaya¡ ¡Vaya!
(como expresión de sorpresa, no del verbo “ir”).
No hace falta.
Dejen que el trigo y la cizaña crezcan juntos. No hace falta que arranquen la
cizaña, no sea, que el mal sea mayor. Es mejor que crezcan juntos. Tranquilos,
todo a su debido tiempo.
¡Guao! (expresión, también
de sorpresa).
Y, perdonen,
que repita esta última expresión de sorpresa: ¡Guao! Y, muchos ¡Guao! El amo
los volvió a sorprender. ¡Guao!
Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña,
arranquéis a la vez el trigo. Dejad que
ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los
segadores: Recoged primero la cizaña y
atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”»
Aproximaciones interpretativas del sentido teológico de la parábola del
trigo y de la cizaña:
Definitivamente,
la sorpresa, tiene que ser la impresión final, después de la lectura de la
parábola que estamos desglosando. ¡Cómo, negar tanta dulzura y cosas bonitas en
esta parábola! ¡Cómo, no intuir cosas sabrosas en esta parábola! ¡Cómo no dejar
de sentir hasta ganas de llorar! ¡¿Cómo, no, por favor?!
Teología de
los opuestos:
Por caminos distintos otros ya lo han intentado y
conseguido, como decíamos al comienzo de este capítulo. Otros, por caminos
paralelos, han llegado, sin saberlo, tal vez, a la profundidad de lo que ya
está dicho en este extracto del Evangelio de San Mateo. Tal vez, no estén
haciendo referencia directa a esta parábola, pero, nos están ayudando a
comprenderla. ¡Cómo cerrarse y no descubrir que lo están haciendo y lo hacen
con mucho atino!
El trigo-la cizaña.
Precisamente, los opuestos.
Tal vez, el ying-yang, de otros autores, o lo
femenino-masculino, también de otros autores, como Osho, Dan Brow, hasta el
mismo Simon Freud, que tanto espanta y asusta a mucha gente.
El trigo-la
cizaña. Lo
bueno-lo malo, como complemento, no como antagónicos. La virtud-defecto. En
esto nos están ayudando, realmente, muchos, cuando ya lo tenemos en la misma
Biblia.
De hecho, todo
en la Biblia
es teología de los opuestos. Miremos, nada más, el principio del libro del
Génesis:
Génesis
1
1 En el principio creó Dios los cielos
y la tierra.
2 La tierra era caos y confusión y
oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las
aguas.
3 Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
4 Vio Dios que la luz estaba bien, y
apartó Dios la luz de la oscuridad;
5 y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y
atardeció y amaneció: día primero.
Ya, en ese solo extracto del
libro del Génesis hay varios opuestos: cielos-tierra; luz-oscuridad; día-noche.
Si seguimos,
sólo con el libro del Génesis, seguimos encontrando los opuestos: Tierra-mares
(seco-agua, Gn. 1,10); Adán-Eva; macho-hembra (cfr. Gn. 1,27); árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn.
2,9); Edén-desierto; Abel-Caín... En los
mismos Evangelios: luz-tinieblas (cfr. prólogo de San Juan), verdad-mentira,
verdad-engaño (Jn. 1,47; 8, 44...), subir-bajar (Jn. 1,51), carne-espíritu (Jn.
3,6, y otros muchos), Padre-Hijo (cfr. todos los Evangelios), siervo-amo;
asalariado-dueño; nacimiento-muerte; luz (vida)-tiniebla (muerte); vida-muerte;
viejo-nuevo; señor-esclavo, oír-guardar, ver-no ver, oír-no oír, entender-no
entender, vid-sarmiento, siervo-amigo, poblado-desierto, uno-legión,
judío-pagano, cruz-vida, cruz-resurrección. Y, así, en toda la Biblia. Para no
seguir detallando los opuestos, citemos, el libro del Eclesiastés, en donde hay
un gran resumen de los opuestos, con el famoso de tiempo-tiempo
(tiempo-destiempo), y, así, queda todo aclarado: Eclesiastés 3 (sin obviar todo
el capítulo 2 del mismo libro del Eclesiastés, por supuesto):
1
Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:
2
Su tiempo el nacer, y su tiempo el morir; su tiempo el plantar, y su tiempo el
arrancar lo plantado.
3
Su tiempo el matar, y su tiempo el sanar; su tiempo el destruir, y su tiempo el
edificar.
4
Su tiempo el llorar, y su tiempo el reír; su tiempo el lamentarse, y su tiempo
el danzar.
5
Su tiempo el lanzar piedras, y su tiempo el recogerlas; su tiempo el abrazarse,
y su tiempo el separarse.
6
Su tiempo el buscar, y su tiempo el perder; su tiempo el guardar, y su tiempo
el tirar.
7
Su tiempo el rasgar, y su tiempo el coser; su tiempo el callar, y su tiempo el
hablar.
8
Su tiempo el amar, y su tiempo el odiar; su tiempo la guerra, y su tiempo la
paz.
9
¿Qué gana el que trabaja con fatiga?
10
He considerado la tarea que Dios ha puesto a los humanos para que en ella se
ocupen.
11
El ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el mundo
en sus corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que Dios ha
hecho de principio a fin.
12
Comprendo que no hay para el hombre más felicidad que alegrarse y buscar el
bienestar en su vida.
13
Y que todo hombre coma y beba y disfrute bien en medio de sus fatigas, eso es
don de Dios.
14
Comprendo que cuanto Dios hace es duradero. Nada hay que añadir ni nada que
quitar. Y así hace Dios que se le tema.
15
Lo que es, ya antes fue; lo que será, ya es. Y Dios restaura lo pasado.
16
Todavía más he visto bajo el sol: en la sede del derecho, allí está la
iniquidad; y en el sitial del justo, allí el impío.
17
Dije en mi corazón: Dios juzgará al justo y al impío, pues allí hay un tiempo
para cada cosa y para toda obra.
18
Dije también en mi corazón acerca de la conducta de los humanos: sucede así
para que Dios los pruebe y les demuestre
que son como bestias.
19
Porque el hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como la otra;
y ambos tienen el mismo aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la
bestia, pues todo es vanidad.
20
Todos caminan hacia una misma meta; todos han salido del polvo y todos vuelven
al polvo.
21
¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el
aliento de vida de la bestia desciende
hacia abajo, a la tierra?
22
Veo que no hay para el hombre nada mejor que gozarse en sus obras, pues esa es
su paga. Pero ¿quién le guiará a
contemplar lo que ha de suceder después de él?
¿Entonces, por qué, no ver lo que ya está claro?
¡Qué maravillosa es la parábola del trigo y de la cizaña!
Nos está recordando la realidad de los opuestos, queridos por Dios.
¿Será esa la enseñanza que en la parábola se nos está dando
con la actitud y postura desconcertantes del amo, según la parábola?
¿Sí, es, así, por qué, entonces, asumir la actitud defensiva
de los siervos del amo? ¿Hay cizaña, cuál es el problema? Tiene que haberla.
¿Tenemos cosas de nuestra personalidad que desdicen de nosotros? Tiene que
haberlas. ¿Todo tiene que ser pura virtud? ¿Y, entonces, la parábola del trigo
y de la cizaña?
¿Los opuestos, son, una contradicción con la naturaleza
humana? ¿Y, entonces, la parábola del trigo y de la cizaña?
Muchos, ya, lo han comprendido. Hasta el cine ha dado pasos
agigantados al respecto: ¿No están haciendo películas, sobre todo en dibujos
animados, que son tan especiales y refrescantes, de la Bella y la Bestia , del jorobado de Notre
Dame, por citar algunas películas? ¿No se trata de resaltar, precisamente, los
opuestos?
¿Y,
los opuestos, no aparece, ya, en la parábola del trigo y de la cizaña?
¿Entonces?
Terminemos, como debe terminar este capítulo:
Díceles: “No,
no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega.
Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y
el trigo recogedlo en mi granero.”»
Nota final:
A este
respecto, de la realidad de los opuestos, que, es ya, una teología, y de toda la Biblia , hay que reconocer
el gran adelanto que están haciendo los que pertenecen a Alcohólicos
Anónimos. Una de sus estrategias, es que quien pertenece a esta agrupación
de sanación interior, antes de hablar, tenga que reconocer que es alcohólico.
Y, así se presentan, después de decir sus nombres, se identifican como
“alcohólicos”. ¿Y, eso, los hace menos? Al contrario, es el inicio, para que
con sólo fuerza de voluntad comience el inicio de su sanación: reconocer la
cizaña, pero, también el trigo. ¡Y, cuántos frutos no está dando! Ya lo dice Freud,
en el caso concreto de los sueños, que hay que preguntarle al que soñó lo que
significa su propio sueño, porque lo sabe, aún, cuando no lo haya descubierto
conscientemente. Porque el sueño es la elaboración inconsciente
(liberación-revelación) de lo que nos sucede conscientemente[1].
¿Por qué tanto susto con Freud, y, junto con él, de otros tantos autores?
¿Entonces?
¿La oración del
Padre nuestro, no es, ya, la oración de los opuestos: “hágase Tu voluntad,
así, en la tierra, como en el cielo”, pidiendo, que, así, como en la Naturaleza , ya se hace
esa unión, se haga, justo, en nosotros?[2]
Nos alegra saber, a estas alturas, que ya hemos indagado sobre estas
realidades, con intuición de poeta, que, muy en el fondo, no es otra cosa que
teología. Nos alegra y anima a seguir perdiendo el tiempo, tal vez, para otros,
mas no para nosotros[3].
Aunque, se podía alegar, a este punto, diciendo que lo que se está es haciendo
auto-propaganda y promoción de los propios libros. No se niega, sin embargo.
Pero, es la de reconocer, que, aún cuando se sea un total desconocido, no por
ello, no se ha caminado por estos caminos. El ser conocido ya no depende del
autor, porque se carece de los recursos económicos para promover una edición a
lo grande. Pero, no por eso, no significa que no se esté caminando por donde se
está caminando. Una cosa no determina a la otra. Todo lo contrario, este libro,
es una prueba. Tampoco, es una limitante, porque se hace lo que se puede y se
está haciendo. Lo segundo depende de un golpe de suerte publicitaria, o de
quien se arriesgue a invertir en esta tarea, que ya no es empresa del autor,
sino de quien tenga los modos y las maneras. Aunque, no se niega, la
aspiración, ni se oculta. Esta última nota es la prueba evidente. Pero, ahí, se
aplicaría, también otra parábola: la de los talentos enterrados: ya que quien
va a invertir quiere el ciento por uno y va a querer multiplicar lo que
siembra. Y, es justo, que, así sea. ¿O, no? Y, ahí, surge otro opuesto:
gasto-ganancia, pues los opuestos, no son antagónicos, sino que complementan y
se necesitan.
Terminemos,
aplicando un opuesto: comienzo-fin.
Fin de este
capítulo, aunque no agotado. ¿O, sí?
[1] Cfr.
Freud, S., Introducción al psicoanálisis: los sueños; consciente
e inconsciente en Metapsicología; Nuevas aportaciones al
psicoanálisis: sueño y ocultismo, en Obras Completas Tomos I-II. Cfr.
Vallés, Carlos, Ligero de equipaje, Tony de Mello un profeta para nuestro
tiempo; Carlos Vallés, Vivir con alas, ángeles en la Biblia y en la vida.
Cfr. Puche, José Daniel, Despierte su conciencia.
[2] Cfr.
Albarrán, D., Así en la
Tierra como en el cielo (reflexiones de poeta sobre el Padre
nuestro).
[3]
Véase, también, del mismo autor, Preguntas y respuestas de todo cristiano
inquieto, El piar de un gorrión, En los sueños se nos dan respuesta de la vida
diaria, Los Dos (filosofía de la historia) (novela); también, El
Viaje (filosofía de la ambigüedad), no publicado, pero que el autor
facilita para su lectura.
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