sábado, 31 de diciembre de 2016




         Hay muchas maneras de leer los textos de los Evangelios. Y, hay, muchas maneras de sacarles provechos. Todo depende de la postura que se adopte frente a ellos. En todos, igualmente, se sacarán beneficios, dependiendo de cómo se lean.
         En este libro, como en el primer tomo, tenemos una línea, como muchas pueden ser las líneas que se adopten para su lectura. Partimos de la metodología de la pregunta. Y, así, aplicamos, un poco, a nuestro entender y estilo, la duda metódica. Se trata de duda, como método, y desde esa manera, abordamos cada texto seleccionado. No se duda. Se cuestiona y se nos abre el entendimiento respecto a muchos pasajes de los Evangelios.
         Nos da nuestros resultados.
         Y, aquí, está el aporte, si es que en algo aporta, nuestra metodología. Por lo menos, nos descubre cosas, aparentemente ocultas, pero dichas en cada trozo seleccionado. Nos permite re-descubrir. Y, esa, es nuestra riqueza.
         Hay limitaciones, por supuesto, y, muchas. Una, sería, el no tener acceso a los textos en su lengua original. Eso incluye el no saber absolutamente nada de esas lenguas. Y, eso agiganta las limitaciones. El texto al que tenemos acceso y del que nos valemos es de la traducción de la Biblia de Jerusalén. Si se incurre en malas interpretaciones, desde nuestras limitaciones, que son muchas, depende, en parte de la traducción porque nos ceñimos al texto y a sus hallazgos. Eso, como para justificar, si nuestras relaciones, comparaciones y análisis no sean conforme con el sentido auténtico de las Sagradas Escrituras.
         No, por eso, sin embargo, nos limitaremos. Al contrario.
         Es importante aclarar, desde un comienzo, que esa tarea nos lleva a leer cada Evangelio en concreto, y, también los paralelos. Y, esa tarea, ya nos está enriqueciendo. Por lo menos, nos vemos obligados a leer una y otra vez cada Evangelio. Y, realmente, es una riqueza, que nada ni nadie nos va a quitar. Si el lector de este libro, del anterior y del siguiente, hace otro tanto, es de imaginar la cantidad de beneficios que estará adquiriendo.
         Otro detalle: no copiamos. Ahí, podría estar la originalidad. No se trata de hacer un resumen de lo que muchos autores dicen o hayan dicho. Por eso, no se encontrará ninguna referencia, o casi ninguna, a ningún autor o autoridad. La única autoridad bibliográfica será cada hallazgo y cada encuentro nuevo, en clave de relación con los textos analizados en concreto. En el caso de los hallazgos cada vez encontrados. En el caso de algunas referencias bibliográficas, pues, por supuesto, que no obviamos citarlos y referirlos, ya que es una obligación, porque nos valemos de sus influencias y aportes, como en algunas citas de autores de psicología, por ejemplo.
         El hecho de que tengamos, esas, y otras muchas limitaciones, no nos niega la posibilidad de que hagamos nuestros propios hallazgos, que ya serán para nuestro propio provecho.
         El lector de este libro no pone en peligro su fe en los Evangelios y su contenido. Tal vez, se beneficie y descubra cosas muy interesantes, que hacen que nos enamoremos más, y, cada vez más, de las Sagradas Escrituras, que es el motor principal de estos análisis.

         Hacemos una recomendación metodológica: si se lee un capítulo sin saber lo tratado en los anteriores, se corre el riesgo de no comprender la ilación de los datos y descubrimientos encontrados. Recomendamos la lectura de uno por uno en ascendente para poder entender lo que se está descubriendo. Esa observación es muy importante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario