sábado, 31 de diciembre de 2016



Lucas 2,1-20:

 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
 Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.
 Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
 Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
 Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
 Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor.
 El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo:  os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
 «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
 Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»
 Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
 Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño;  y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
 María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.
 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

Ahora, nos dedicaremos, en el inicio de este nuevo tomo, a la aparición de los ángeles a los pastores. Seguimos la misma metodología de las preguntas, como lo hemos hecho en el primer tomo. Esa va a ser nuestra brújula de guía.
Preguntas y más preguntas, sin duda. Con sus respectivos hallazgos, teniendo, también la misma fuente, las Sagradas Escrituras.
Muchos temas son posibles en este apartado: por un lado, los pastores; por otro, la Virgen María, quien “guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón”; y, otros, que puedan surgir del relato del Evangelio de San Lucas. Pero, sólo nos dedicaremos a lo que hemos colocado como título del apartado, sobre todo a lo de “una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:  «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»”.
Evitaremos, como en el primer tomo, espiritualizar los textos. Trataremos de hacer teología y ya con ello estará implícita la espiritualidad. Porque como dijimos entonces no hay espiritualidad sin teología; y, la teología es la verdadera base y fundamento de toda la espiritualidad.
Vamos a los que vamos. Es decir, a preguntar desde el texto escogido.

Una multitud del “ejército celestial”:


Así, pues, lo primero que llama la atención es la afirmación del evangelista de que “una multitud del ejército celestial, alababa a Dios.
Preguntas: ¿Qué querrá decir el evangelista con una multitud del ejército celestial? ¿A qué ejército se refiere? ¿Dios tendrá un ejército, más aún, una multitud de ejércitos? Sin embargo, el evangelista, precisa que es una multitud del ejército. Ese detalle podría hacer pensar de inmediato que no se trataba de todo el ejército, sino de una multitud del mismo ejército, es decir, no todo el ejército, sino, una parte. ¿Cuál parte del ejército? ¿O, es que el ejército celestial estaba dividido: unos que adoraban y otros que no? Y en caso de que ese mismo ejército celestial estuviese dividido, ¿por qué estaría dividido? ¿Por qué la división, no obedecían al mismo al jefe que los congregaba como ejército?
Preguntas, tal vez, sin sentido, pero lógicas, desde el mismo texto. Porque es evidente que hace suponer una división. Esto hace que el texto comience a ser interesante. ¿Cómo que no, si existe allí una clara distinción?
¿Qué estará queriendo decir San Lucas en su teología, desde el mismo comienzo de su evangelio? En eso consiste nuestra tarea: en tratar de encontrar en ese texto escrito lo que está oculto.
Preguntas complicadas y que complican, sin duda. Pero, como queremos escudriñar, tenemos que buscar en los textos bíblicos anteriores a Lucas, qué hay, si las hay, algunas referencias a la idea de ejército celestial.
Y, encontramos la primera sorpresa: no hay en toda la Biblia, ni antes, ni después, ninguna otra referencia a “ejército celestial”, por lo menos, en singular,  como lo refiere el evangelista Lucas. Tampoco en plural, es decir, “ejércitos celestiales”. Por lo menos, de manera explícita. Esto complica las cosas.
Eso nos lleva a preguntar: ¿Será esa referencia de “ejército celestial” sólo una expresión lucana? ¿Sólo será tema de su teología?

Alguna expresión parecida a “ejército celestial”:


Pero, no podemos cerrar todavía la búsqueda, aún cuando ya sabemos de plano que no aparece alguna otra referencia en toda la Biblia a “ejército celestial”. Tratemos, más bien, de descifrar esa expresión. Así, por ejemplo, si por “celestial” se refiere a “cielo” o “cielos”, descifremos, entonces, “ejército del cielo”, tanto en singular como en plural, para ver si por ese camino, se nos puede abrir la búsqueda, como tratando de relacionar la misma idea del evangelista.
Y, en esa apertura, encontramos que sólo en el libro del profeta Daniel y en el de Sofonías, aparece “ejército del cielo”, por lo menos, en el Antiguo Testamento.
En el primer caso del libro del profeta Daniel se trata de Nabucodonosor,  y en el segundo caso, se trata de una visión del mismo profeta Daniel. Y, en el tercer caso, del propio Sofonías.
¿Qué hay de común en los tres casos y en caso de haberlo qué hay en relación a la afirmación del Evangelista San Lucas?
En la primera aparición en el libro de Daniel se trata de volver a la realidad. Nabucodonosor vuelve a adquirir realeza y majestad y comenzó a alabar a Dios, como dueño y señor de todo, ante quien no se opone nada. Dice, así, el texto: Dn. 31-34:

«Al cabo del tiempo fijado, yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo, y la razón volvió a mí; entonces bendije al Altísimo, alabando y exaltando al que vive eternamente, cuyo imperio es un imperio eterno, y cuyo reino dura por todas las generaciones. Los habitantes todos de la tierra ante él, como si no contaran, hace lo que quiere con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra. Nadie puede detener su mano o decirle: “¿Qué haces?” «En aquel momento, la razón volvió a mí, y para gloria de mi realeza volvieron también a mí majestad y esplendor; mis consejeros y mis grandes me reclamaron, se me restableció en mi reino, y se me dio una grandeza todavía mayor. Ahora, pues, yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del Cielo, porque sus obras todas son verdad, justicia todos sus caminos; él sabe humillar a los que caminan con orgullo.»

En el segundo caso, del propio profeta Daniel, se trata de una visión: un carnero con cuernos, y de un macho cabrío que lo embiste y lo vence sin ningún tipo de resistencia. El macho cabrío crece a la plenitud de su poder y se hace poderoso. Y al final de la visión vio una especie de hombre. Dice el texto: Daniel 8, 5-17:

 Estaba yo cavilando, y he aquí que un macho cabrío vino de occidente, recorriendo la tierra entera sin tocar el suelo; este macho cabrío tenía un cuerno «magnífico» entre los ojos.
 Vino donde el carnero de dos cuernos que yo había visto en pie delante de la puerta y corrió hacia él con todo el ardor de su fuerza.
 Vi cómo alcanzaba al carnero, enfurecido contra él; embistió al carnero, y le rompió los dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerzas para resistirle; lo echó por tierra y lo pisoteó; no había nadie que librara al carnero de su mano.
 El macho cabrío se hizo muy grande, pero cuando estaba en la plenitud de su poder, el gran cuerno se rompió y en su lugar despuntaron cuatro «magníficos» en la dirección de los cuatro vientos del cielo.
 De uno de ellos salió un cuerno, pequeño, que creció mucho en dirección del sur, del oriente y de la Tierra del  Esplendor.
 Creció hasta el ejército del cielo, precipitó en tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó con  sus pies.
 Llegó incluso hasta el Jefe del ejército, abolió el sacrificio perpetuo y sacudió el cimiento de su santuario  y al ejército; en el lugar del sacrificio puso la iniquidad y tiró por tierra la verdad; así obró y le acompañó el éxito.
 Oí entonces a un santo que hablaba, y a otro santo que decía al que hablaba: «¿Hasta cuándo la visión: el sacrificio perpetuo, la iniquidad desoladora, el santuario y el ejército pisoteados?»
 Le respondió: «Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas: después será reivindicado el santuario.»
 Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, vi de pronto delante de mí como una apariencia  de hombre,  y oí una voz de hombre, sobre el Ulay, que gritaba: «Gabriel, explícale a éste la visión.»
 El se acercó al lugar donde yo estaba y, cuando llegó, me aterroricé y caí de bruces. Me dijo: «Hijo de hombre, entiende: la visión se refiere al tiempo del Fin.»

Y, en el tercer caso, en el de Sofonías, hace referencia explícita a un exterminio de los que no hacen caso a Yahveh.
Ahora bien, ¿Qué tienen que ver esos tres datos con la afirmación del Evangelista San Lucas, más cuando son las únicas referencias encontradas en el Antiguo Testamento? ¿Tendría San Lucas alguna otra referencia y que todavía no hemos encontrado hasta los momentos? ¿O, será, que, San Lucas está interpretando la explicación que Gabriel le da al profeta Daniel, en la segunda referencia, cuando dice: “Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, vi de pronto delante de mí como una apariencia  de hombre,  y oí una voz de hombre, sobre el Ulay, que gritaba: «Gabriel, explícale a éste la visión.»  El se acercó al lugar donde yo estaba y, cuando llegó, me aterroricé y caí de bruces. Me dijo: «Hijo de hombre, entiende: la visión se refiere al tiempo del Fin.»”? ¿Será, que, San Lucas está diciendo en su teología que ya es el tiempo del fin, siendo fiel al profeta Daniel?
Respecto a “ejército del cielo” esas son las únicas referencias que hemos encontrado. Y, en el caso de que ampliemos la búsqueda como “ejércitos del cielo”, en plural, sólo aparece una sola vez en el libro del Apocalipsis. Pero, no nos aporta nada, todavía.
¿Qué, entonces? ¿No habrá algún soporte escriturístico en el que se inspire el Evangelista Lucas? ¿Qué querrá decir, pues, “ejercito celestial”? Sigamos buscando.
Veamos, como “ejército de Dios”. Tampoco. Ni siquiera una referencia. ¿Y, como “ejército de Yahveh? Sólo en el libro de Josué y en Éxodo. Pero, tampoco nos ayuda en nada.
Con todas estas limitaciones en nuestra búsqueda no tenemos más que seguir explorando el segundo texto del profeta Daniel y en el que encontramos que parece ser que es la única fuente que tiene el Evangelista San Lucas. De hecho, el profeta Daniel refiere el nombre del ángel que le explica la visión. El ángel se llama Gabriel. Y en el libro del profeta Daniel aparece dos veces explicando la visión. También es curioso que el único evangelista que le da nombre al ángel es precisamente San Lucas. También se llama Gabriel. Y, también, aparece dos veces,  por lo menos, identificado como Gabriel: una, en el caso de Zacarías, respecto a la concepción de Juan el Bautista, y, la otra, en el caso de la anunciación a la Virgen María y la concepción del niño Jesús.




Relación temática entre el profeta Daniel y San Lucas:

a)  El ángel:


¿Habrá alguna referencia en Lucas al profeta Daniel, o será el mismo hilo conductor de pensamiento, esta vez reinterpretado?
Otro detalle importante es el hecho de que la expresión “el ángel del Señor”, igualmente, sólo aparece en el libro del profeta Daniel (Daniel 13, 59; 14, 34). También dos veces. En ningún otro libro del Antiguo Testamento aparece esa expresión, como tal. En los Evangelios, en San Mateo, cinco veces; y, en Lucas, dos veces; en San Juan, una. Sin embargo, referido como “el ángel”, sin ninguna otra identificación, son muchas las veces que aparece en ambos Testamentos.
De hecho, en el anuncio a los pastores, no se identifica al ángel, ni especifica que sea del Señor, ni tampoco lo llama Gabriel. ¿Se trata, de manera implícita, del mismo ángel? Pareciera, porque lo llama “el ángel”, como diciendo que ya se sabe de quien se trata.
Pero, volvamos a lo de “una multitud del ejército celestial”. ¿Por qué esa diferenciación? ¿A qué multitud se refiere, a un grupo de los que estaban en ese momento, o, al grupo completo del ejército celestial, que ya era toda una multitud? El Evangelista dice que se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial. Pareciera hacer una diferencia. Pareciera. Y, con esto se complican las cosas en este análisis.
Pero, ¡cuidado con espiritualizar el texto! Nos alejaríamos de nuestra metodología y propósito.
En todo caso, dos cosas son ciertas en este capítulo: la primera: es que no hallamos elementos bíblicos que nos ayuden a esclarecer lo que el evangelista San Lucas ha escrito en ese trozo de evangelio. Por lo menos, de manera fácil y sencilla. Y, la segunda: es que estamos interesados en descubrir por qué ha escrito el evangelista eso mismo que nos tiene sin solución. Por lo menos, hasta este momento.
¿Qué hacer? Buena pregunta. ¿Dejar hasta aquí, sin resolver nada? No parece justo. ¿Continuar? Sí; ¿pero, cómo, si se nos agotan todos los recursos?
No perdamos la calma. Volvamos a lo que ya hemos caminado, y que nos perdone el poeta, “porque, es verdad que atrás queda la huella que nunca vamos a volver a pisar”. Pero, no vemos otra salida, sino, volver para encontrar en lo andado alguna pista de solución.
Y, así, tenemos descubierto que Lucas pareciera inspirarse en el profeta Daniel. Así, como el profeta, el Evangelista utiliza el mismo nombre del ángel. Eso ya es algo útil. Lo otro que habíamos señalado, más bien resaltado y descubierto, es que en la interpretación que Gabriel le da al profeta Daniel, es que se trata de una figura de hombre, y que se trata del tiempo del Fin. Y, esto pareciera ser la segunda pista.
Veamos en qué nos pueden ayudar esos dos elementos: Gabriel- y el tiempo del fin. Y, sí, que nos ayudan. Porque, por un lado está el sujeto: el ángel (o Gabriel) que es quien aclara o interpreta la visión dada al profeta Daniel. Por otro, la interpretación: se refiere al tiempo del fin. Por aquí, empieza a encontrarse la solución del posible problema que hemos encontrado en la afirmación del Evangelista San Lucas.

b)  El tiempo del fin: la alabanza:


¿Qué hace Gabriel (o el ángel) en el texto del libro de Daniel?: Interpreta la visión. ¿Qué hace el ángel (se supone que Gabriel, aunque no lo dice) en el texto de San Lucas?: Anuncia la noticia del nacimiento del Mesías. Y, aquí, existe una gran pequeña diferencia: en Daniel, interpreta, y, en San Lucas, anuncia. Y en la interpretación dada al profeta Daniel aclara que se trata del tiempo del fin. San Lucas, está haciendo realidad la interpretación del libro de Daniel. En San Lucas ya no se trata de una especie de hombre, como era lo que estaba viendo el profeta Daniel, sino de un hombre, real, concreto e histórico, que ha nacido en un lugar específico, con unas características específicas: “os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” Ahora, es un hecho, no una visión.
Desde aquí, parece que empieza a tener solución el enigma de la expresión del Evangelista San Lucas.
Ahora, el problema se presenta con la interpretación lucana del tiempo del fin, del profeta Daniel. ¿A qué tiempo del fin se refiere? ¿Al fin del mundo? No pareciera que por esos lados haya que ubicarse, ya que, estaba visualizado en el profeta Daniel de que se trataba de una especie de figura de hombre. ¿De qué tiempo del fin, entonces?
Es, pues, cuando parece tener sentido que el Evangelista San Lucas, esté utilizando la afirmación: “Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» ”
Sin embargo, no queda todo claro. Aunque, empieza a esclarecerse un poco, o por lo menos, a iluminarse la interpretación que estamos haciendo de la afirmación del Evangelista San Lucas. Porque el problema que estamos tratando de resolver, en caso de que sea un problema, es ¿qué hace una multitud del ejército celestial, justo, en ese momento de la noticia del ángel a los pastores? Y, la respuesta la encontramos, en el entre comas de la misma afirmación de San Lucas: “alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» ” Y, con ello, se cierra la interpretación y la aplicación actualizada del libro del profeta Daniel en la nueva aplicación teológica del libro de San Lucas.
San Lucas, de esa manera, está actualizando la profecía del libro del profeta Daniel y está reafirmando que se trata del tiempo del fin. ¿Y, cuál es el tiempo del fin, o, en qué  consiste? En que la Gloria a Dios, está en la paz a los hombres en quienes él se complace. Por eso, la alabanza de una multitud del ejército celestial. Y esa paz está representada en el niño que acaba de nacer y que es la alegría de la noticia comunicada a los pastores.
Pero, quedan preguntas sin resolver: ¿Entonces, en qué quedamos, en la posibilidad de la división de una multitud del ejército celestial que alababa a Dios? ¿Estaban divididos, o, no? Porque, ¿pareciera evidente que al decir una multitud, estuviera haciendo una diferencia? ¿Por qué no dice toda la multitud?
¡Cuidado, sin embargo, con espiritualizar los textos bíblicos, muy en especial el que estamos analizando!
Para que quedemos un poco satisfechos, aunque no del todo, digamos, que en una ojeada a todo el evangelista San Lucas, es sorprendente, descubrir, que uno de los temas preferidos del evangelista, es, precisamente, la constante referencia a la alabanza y la bendición a Dios, por parte de muchos de los personajes de su libro. Por citar algunos, por ejemplo: Zacarías, cuando se le soltó la lengua, en el nacimiento de Juan el Bautista (Lc. 1,64); Simeón y la profetisa Ana, en el Templo, cuando la presentación del niño (Lc. 2,28; 38); el paralítico de la camilla (Lc. 5,25-26); la resurrección del hijo de la viuda de Naím (Lc. 7,16). Y, así, todos los otros casos del mismo Evangelio (13,13; 17,15; 18,43; 19,37; 24, 53). Ese dato constante en el Evangelio de San Lucas, también presente en el caso del anuncio a los pastores, ¿no obedecerá a un tema preferido en San Lucas? ¿No tendrá un propósito específico, como el de resaltar la admiración y la alabanza a Dios, como tema recurrente en todo el Evangelio?
Por otra parte, nos queda un vacío. Y, hay que reconocerlo: no encontramos datos en el Antiguo Testamento para tratar de comprender qué cosa significa “ejército celestial”. Podría interpretarse que se trata de toda la naturaleza que exulta, en el sentido teológico, no literal, de la noticia y del hecho del nacimiento del Mesías. Y, entonces, esa expresión adquiriría sólo una interpretación poética personal del Evangelista, con gran carga y contenido teológico interpretativo. Podría ser y es válido, en caso de que así fuese. Y, parece que así sea. Es una nota única en el Evangelista, sobre todo, cuando la admiración y la alabanza, es un tema siempre presente en todo el Evangelio de San Lucas.

c)  El tiempo de la paz en el hombre:


En todo caso, para quedarnos con algo útil de este apartado, ¿cómo podría leerse ese trozo del texto del Evangelio de San Lucas? Pues, ya lo ha afirmado el propio evangelista: que la gloria a Dios está en que en la tierra el hombre tenga la paz. Y, que esa paz, no es otra cosa, que el Mesías que acaba de nacer y de lo que son portadores de la noticia el ángel y una multitud del ejército celestial que exalta en alabanzas a Dios, por tan único acontecimiento teológico e histórico. Y, en caso de que sea la interpretación de la expresión “una multitud celestial”, la naturaleza, pues, entonces, la naturaleza está gozosa por tan único acontecimiento por parte del mismo Dios para con el hombre en la realidad del Mesías. ¿No parece como lógico ese razonamiento?
¿Y, el tiempo del fin, anunciado en el profeta Daniel? Pues, el Mesías, que ya es la máxima alabanza a Dios, y, con Él, la paz en los hombres en quien Dios se complace, como lo ha teologizado el propio evangelista en el anuncio y de la noticia a los pastores.
Ahora, bien. ¿Y, qué tiene que ver esta manera de analizar el texto que acabamos de ver con el título de este libro: “Lo que aparece en los Evangelios (pero que no se dice)”? Pues, mucho. Ya, que, existe en el texto de San Lucas, analizado aquí, un texto oculto, que está ahí, pero, que a veces, no se analiza con detalle, como lo hemos intentado y conseguido. ¿O, no?

Pero, ¡cuidado con espiritualizar los textos sin su vinculación profundamente teológica!

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