sábado, 31 de diciembre de 2016




Mateo 14, 13-23:

 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades.
 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.»
 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.»
 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.»
 Él dijo: «Traédmelos acá.»
 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.
 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos.
 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.
 Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él  despedía a la gente.
 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.

Nos dedicaremos en este apartado a la multiplicación de los panes. Y, si en los anteriores hemos hecho preguntas, en este nuevo, no tenemos otra opción. Y, en este trozo sí que hay cosas que preguntar. Muchas son, sin duda.
La primera puede resultar un tanto atrevida: ¿En verdad, Jesús, realizó la multiplicación de los panes? Ya la pregunta puede resultar motivo de escándalo. Pero, no hay por qué escandalizarse. Tiene que ser la primera pregunta de rigor.
¿Cómo fue la multiplicación de los panes y de los peces? ¿En qué consistió esa multiplicación? ¿Los panes y los peces alcanzaron para todos los que estaban en ese momento? ¿Cuántos estaban? ¿En verdad eran unos 5.000 hombres? ¿Si, con los hombres iban sus esposas, y, si todos estaban casados, no serían, por medida pequeña, 10.000 personas; y, si, con los padres irían algunos hijos, por lo menos uno por pareja, no llegarían a 15.000 personas? Un stadium de fútbol sería, entonces, pequeño para tanta gente. ¿Tanta fue la multiplicación porque tanta era la gente presente? ¿Qué hay de fondo en el número que da el evangelista San Mateo?
¿En qué consistió, según el evangelista San Mateo, en clave teológica, la multiplicación de los panes y de los peces?
Antes, hay que mirar a los otros evangelistas, para ver qué dicen al respecto, y comparar los datos.

Datos comparados en los mismos Evangelios:


Hay varios datos importantes de resaltar:

Primero: había mucha gente que seguía a Jesús.

Segundo: la hora del día: 


Según San Mateo, al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado... (Mateo 14,15); según San Marcos, era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado...” (Marcos 6,35); según San Lucas 9,12: “Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente...”

Tercero: Los discípulos le hacen notar a Jesús que es tarde:


Ya es hora  avanzada”, según Marcos (Mc. 6, 35); la hora es ya pasada, según Mateo (Mt. 14, 15); en el evangelio de San Lucas los discípulos no hacen referencia a ninguna hora o circunstancia del tiempo; el evangelista San Juan no dice nada de sí los discípulos le habían percatado de la hora, más bien, anota que es Jesús quien se da cuenta de la cantidad de gente que está allí y se preocupa porque no hay para darles de comer a tantos (cfr. Jn. 6,5).



Cuarto: El lugar:


Según San Lucas, fue en Betsaida (Lc. 9,10); según San Mateo y Marcos, en un lugar solitario, después de viajar en la barca, sin especificar el lugar (Mt. 14,13; Mc. 6,32); según San Juan, a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades (Jn. 6,1).

Quinto: circunstancias del sitio:


En Mateo 14,15,  en Marcos 6,35 y en Lucas 9,12: “El lugar está deshabitado”: coinciden con la descripción de las circunstancias del lugar donde estaban. En el Evangelio de San Juan no hay ningún dato respecto a las circunstancias del lugar.

Sexto: La sugerencia de los discípulos:


Los discípulos le sugieren a Jesús que despida a la gente para que vayan a comprar comida: Mateo 14,15: “Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.” Marcos 6,36: “Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer.” Lucas 9, 12: «Despide a la gente para que vayan  a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.» El evangelista San Juan, no dice nada respecto a sí los discípulos le sugieren a Jesús la idea de que despida a la gente.

Séptimo: Respuesta de Jesús a la sugerencia de los discípulos:


En Mateo 14,16, Jesús se muestra negativo a la petición y sugerencia de que se vayan, y, además manda que los discípulos les den de comer: Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.» En Marcos 6,37 y Lucas 9,13 Él les dijo: «Dadles vosotros de comer.» No dice nada de la primera sugerencia, es decir, de que los despidiera. Y les pide que sean ellos quienes les den de comer a todos. En San Juan 6,5, Jesús es quien está preocupado por la cantidad de gente. Ningún discípulo le sugiere nada, sino que es el mismo Jesús quien toma la iniciativa: “Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para  que coman éstos?»”

Octavo: Reacción de los discípulos ante la orden de Jesús:


 Reaccionan, según sus circunstancias: no tenían y se lo hacen saber. Y, con ello, muestran la despensa, lo que hay: Mateo 14, 17: “Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.»” Marcos 6,37: “Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.» Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»” Lucas 9,13 “Él les dijo: «Dadles vosotros de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces;  a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»” Juan 6,7: “Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.»”.

Noveno: Gesto de los discípulos:


No se niegan y  presentan alternativas: En Mateo y Lucas, admiten que solo tienen cinco panes y dos peces. En Marcos y también en Lucas presentan la posibilidad de ir a comprar, aunque en Marcos, es más una pregunta que un ofrecimiento:  pero en Lucas se presenta como ofrecimiento: En Marcos: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?”; en Lucas: “a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente”. En Juan 6,8-9: “Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?»

Décimo: La procedencia de los panes y de los peces:


En Mateo y Lucas: “No tenemos más que cinco panes y dos peces.” No se precisa quien los tiene, sí ellos, los discípulos, o alguien de la gente. En Marcos 6, 38 “Él les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.» Después de haberse cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces.»” En Marcos, pareciera que eran los discípulos quienes tenían sus provisiones, porque dice, después de haberse cerciorado. Mientras que en San Juan, es un muchacho de entre la gente: “Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces””.

Undécimo: reacción de Jesús:


En Mateo manda que le lleven los panes y los peces. Y ordenó que la gente se acomodara en la hierba, por grupos de cincuenta, según San Marcos. Todos coinciden que eran como unos 5.000 hombres, sin contar a mujeres y niños.

Duodécimo: la acción de Jesús:


Tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente”. En Lucas, Marcos y Mateo, después de pronunciar la bendición, partió los panes, se los dio a los discípulos para que estos los repartieran entre la gente. Según San Juan, no los partió, sino que los repartió, por lo visto, Él mismo, porque no dice que se los dio a los discípulos para que los distribuyeran.

Decimotercero: obligó a los discípulos a que se embarcaran:


Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él  despedía a la gente.” (Mt. 14,22; Marcos 6, 45). Lucas no dice nada sobre la despedida, ni tampoco, de que obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla. Tampoco el Evangelio de San Juan.

Podríamos seguir haciendo más comparaciones. Pero, quedémonos con las resaltadas hasta este momento, que ya son bastantes. Ahora, sometámoslas a preguntas.
¿Fue esa vez, la única, en que Jesús realizó la multiplicación?
Esta pregunta es muy importante, porque, de hecho, según los Evangelios de San Lucas y de San Juan, Jesús, realizó sólo una multiplicación; mientras, que en San Marcos y San Mateo, dos fueron las multiplicaciones (cfr. Mt. 15, 32-39 y Mc. 8, 1-10, las otras dos). Pero no nos vamos a detener en esos datos. Bástenos referirlos, porque hay similitud en muchos de los detalles.
El caso es esta multiplicación y a ella nos vamos a limitar para todas las preguntas posibles.
Estamos claros, que había mucha gente.

Cuestionamientos sobre los datos encontrados:

Era tarde:


Vamos a la hora: era tarde: Aquí no se nos ocurre ninguna pregunta, por los momentos. Y, así, tenemos ya dos elementos básicos: mucha gente y era ya tarde. Tal vez, empezaría a oscurecer. Sin embargo, sería muy importante precisar, más o menos, la hora, porque en esas geografías, en épocas del año, comienza a oscurecer a eso de las nueve de la noche, según nuestros horarios. ¿Qué época sería: verano, invierno, primavera... ? Depende de cómo se escoja, podríamos determinar, qué tan tarde sería, aquel tarde de aquel día. Esto puede ser clave.
El Evangelista San Juan sólo apunta que “estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos” (Juan 6,4). Luego, podría ser jueves o viernes, el día de la multiplicación de los panes y de los peces, de aquella tarde. Porque la Pascua se celebraba el día sábado, según la tradición judía.
Volvamos a lo de que era ya tarde y era hora avanzada. San Marcos dice que era hora muy avanzada. Muy bien: ¿avanzada, para qué? ¿Para regresar en barca? Si era, como a las nueve de la tarde, según nuestros horarios y calendarios, ciertamente, representaría un peligro regresar a esa hora: tal vez la marea había subido, y representaba, realmente, un peligro. Tenían, entonces, motivos por los que preocuparse los discípulos. Así se lo hacen saber al propio Jesús los mismos discípulos: “Ya es hora  avanzada”, según Marcos (Mc. 6, 35); la hora es ya pasada, según Mateo (Mt. 14, 15).
Era tarde. Pero, ¿tarde para quien o quienes? ¿Para la gente que estaba allí, o, para los propios discípulos que tendrían que regresar en barca? ¿Para quién era tarde? ¿Por quiénes  se preocupaban los discípulos, por la gente, o, por ellos mismos, que tendrían que cruzar en barca para regresar? Y, parece que este cuestionamiento, no está de más. Puede resultar clave. Tengámoslo presente para más adelante, porque parece que nos va a ser muy útil.

Los discípulos le hacen la observación a Jesús sobre la hora:


Por un lado los evangelistas van narrando y cuentan el detalle de que ya era hora avanzada, los evangelistas que dan esos detalles, por supuesto. Por otra, cuentan, que los mismos discípulos le hacen a Jesús la observación sobre la hora, que ya era avanzada. Ante esa observación, sugieren, que lo mejor es que Jesús los despida para que se vayan. Este detalle lleva a preguntar: ¿no era, en verdad, que quienes tenían preocupación eran los propios discípulos de Jesús? ¿Más bien, miedo, tal vez, pánico? ¿No sería una verdadera hazaña regresar tan tarde, es decir, en hora avanzada, en una barca?

Las circunstancias del sitio:


El lugar está deshabitado. Ésta circunstancia hace que la situación sea más complicada todavía. Si se hace difícil al paso del tiempo en aquel sitio, porque ya es hora avanzada, no habrá otra alternativa que quedarse. Pero, hay un problema: el lugar está deshabitado. ¿Dónde van a dormir si no hay posadas ni cabañas, porque el lugar está deshabitado? ¿No habría posibilidad, en todo caso, de pasar, igual, allí la noche? ¿No podrían improvisar carpas y demás para dormir? Tal vez, el tiempo de la época del año hubiese sido importante precisarlo para poder determinar si era inconveniente quedarse toda la noche en el sitio. Además, nadie alega que ese sea el problema, sino, que no hay comida para tantos. Nadie alega respecto al dormir, ni cómo, ni dónde. Aunque, en el Evangelio de San Lucas hay una referencia a ese detalle, cuando dice: “Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan  a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.»” (Lucas 9, 12). El problema no es el alojamiento, porque no lo hay. El problema es que es tarde, y es preocupante el regreso, ya para la gente, ya para los mismos discípulos y Jesús. Tal vez, el mar era, en el fondo, el tema de la preocupación. Tal vez. A sabidas cuentas, ellos mismos eran pescadores, y con toda seguridad, sabrían de lo riesgoso del mar a esas horas del día. Quizás, por eso, la sugerencia e insistencia.
El quedarse en el sitio está descartado, incluso para los mismos discípulos. De hecho, ninguno le dice a Jesús para que le diga a la gente que vayan a comprar comida y que vuelvan otra vez para seguir la reunión que tenían. Nadie presenta la posibilidad de ir y volver, sino de ir, e, irse, de manera definitiva. El quedarse y pasar la noche no está en las posibilidades. El sitio es deshabitado.

Respuesta de Jesús a la sugerencia de los discípulos:


Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.» Él les dijo: «Dadles vosotros de comer.»” (cfr.  Mateo 14,16; Marcos 6,37; Lucas 9,13).
Con esa respuesta y salida de Jesús, ante la petición y sugerencia de los discípulos, ¿Jesús, estaría presentando la posibilidad de quedarse, porque dice “no tienen por qué marcharse”? Pero, tampoco presenta la idea de que se vayan a quedar. El problema, es el problema, en caso de haberlo, y, es que hay que darles de comer.  No otro. Con esa respuesta Jesús no está contrariando a sus discípulos, porque no está diciendo que se van a quedar, sino que hay que darles de comer. Y hay que ingeniárselas para ello. ¿Pero, cómo, si no hay, nada más, que cinco panes y dos peces?
Hay que ingeniárselas. Cinco panes y dos peces, pues, era irrisorio para tantos. Sin embargo, presentan una salida: ir a comprar. En Marcos 6, 37, la propuesta está hecha en forma de pregunta, y, suena, como, a la defensiva: “Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»” En Lucas 9,13, la propuesta es más suave y suena como propuesta: “Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces;  a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»”. El “a no ser” de Lucas suena como una posibilidad y como la salida válida.
Es una lástima que ningún evangelista nos refiera el nombre o los nombres de los discípulos que se pusieron a la defensiva, en el caso del relato de San Marcos; o, en su caso, de los que hicieron la propuesta, según San Lucas. Simplemente, generalizan: “ellos”. Porque, en el caso de Marcos, tal vez, estarían diciendo ¿quién se va a atrever a cruzar el mar y volver, a estas horas? ¿No sería una locura, a estas horas, sobre todo al regreso con la comida, que se supone que será más tarde, todavía, y el viaje, no sería riesgoso? Tal vez, la defensiva en la que se colocan los discípulos, según San Marcos, era, más que justificada.
Pero, Jesús, no estaba diciéndoles que fueran a comprar, sino que les dieran ellos de comer. Había que ingeniárselas. Esa era la respuesta de Jesús. El problema, era, ¿cómo, sí, solo, hay cinco panes y dos peces?
Otro detalle importante, aunque no es el que más, es, que, por lo menos, tenían algún fondo económico consigo. Así se desprende de la versión de San Lucas: “a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente”. Aunque, según San Marcos, podría interpretarse que ¿ir a gastar “doscientos denarios de pan para darles de comer”?, también, sería a la defensiva. Como diciendo: ¿Vamos a gastar de lo nuestro para darles a tantos? No dejará de haber alguien que ubique en este pasaje a Judas Iscariote como el autor de la defensiva. Pero, sería, realmente, demasiado forzada esa ubicación. Tampoco se trataría de que fuese de la caja chica que saldría el dinero. Tal vez, harían una colecta especial entre todos para resolver el problema, que era de todos. No se sabe. Eso, en el caso de que hubiese sido la salida ir a comprar. Pero, como no era, queda descartada esa posibilidad.
El tema es que hay que resolver. Hay mucha gente, tienen hambre, y, es muy tarde. Pero hay que darles de comer. Hay que resolver.

Sobre la procedencia del pan y de los peces:


Hemos notado en el décimo detalle comparativo (véase página 24) que en Mateo y Lucas, no se precisa quien los tiene, sí ellos, los discípulos, o alguien de la gente. En Marcos 6,38, pareciera, que eran los discípulos quienes tenían sus provisiones, porque dice, después de haberse cerciorado. Mientras que en San Juan, es un muchacho de entre la gente.
Los cinco panes y los dos peces no salen de la nada. Allí había quien los tenía: ya de entre los discípulos, ya de entre la gente, ya un muchacho, en concreto, según San Juan. Hay cinco panes y dos peces. Por lo menos, hay algo, y, ya eso es mucho, aunque, poco, para tantos. Además, “Dios proveerá” (cfr. 2 Reyes 4, 1-7, 42-44; Ex. 16; Nm. 11).
Jesús no crea los panes. No los hace aparecer como por arte de magia. Y, aún, cuando fuese magia, en algún lugar los tendría que tener. Porque el mago lo que hace es parecer fantasioso lo que ya tiene preparado de antemano y con su rapidez hace ver como real lo que no es sino preparado. Jesús no hace magia. Porque los panes y los peces están. Ahí están.
Muy bien: los panes y los peces están. ¿Quién los tenía, los discípulos? ¿De qué tamaño eran los panes, e, igual, de qué tamaño eran los peces? Vamos a suponer que eran de los discípulos.
En el caso supuesto afirmativo de que eran de los discípulos, se supone que era la comida para trece personas, incluido el mismo Jesús. Entonces, los panes tendrían que ser lo suficientemente grandes para que alcanzara para trece personas, e, igualmente, los peces. Aunque, los peces, no serían tanta dificultad porque como eran pescadores y estaban en la orilla del mar, podrían apelar a sus artes de pescadores. Cinco panes para trece personas, significaría que de cada pan sacarían tres pedazos a la hora de la distribución, porque en una cuenta simple, sería trece dividido entre cinco, da, dos punto seis; es, decir, tres trozos de pan de un solo pan. Y, aún, así, sobraría dos pedazos de pan. De manera que si los panes eran lo suficientemente grandes, podrían comer los trece, incluido Jesús.
¿Y, los peces, de qué tamaño serían? Lo suficientemente grandes para poder comer trece personas. O, sea, que de un pescado comerían, por lo menos, seis o siete de los discípulos; y, con el otro, los restantes del grupo. Eso, en el caso, de que las provisiones hubieran sido de los mismos discípulos.
¿Y, si los panes y los peces eran de algún otro grupo familiar? Se aplicaría la misma regla, dependiendo de cuántos fuesen los integrantes del grupo. De allí, también, dependería el tamaño.
¿Y, si eran del muchacho que los ofreció, según el Evangelio de San Juan? Habría que preguntarse si el muchacho andaba solo o con su familia. Porque si andaba solo, el muchacho andaba muy bien equipado y prevenido. Pero, si andaba con su familia, pues, sería la comida de la familia.
El hecho, es, que ya había panes y pescado. Había algo.
La pregunta obligada es: ¿era la única persona o caso, o, no habría más gente que llevaría sus provisiones para el camino? Sería muy simple y simplista pensar que la gente no tomaría sus precauciones, al respecto.
Sí es así, a estas alturas, tenemos que preguntar: ¿Significaría, entonces, que todos colocaron en común lo que llevaban como provisión familiar, solo, o de grupo, para que todos pudieran comer? ¿En eso consistió la multiplicación de los panes y de los peces? ¿Podría interpretarse como un ofrecimiento espontáneo del muchacho del que refiere el evangelista San Juan? ¿Cómo habría que interpretar la expresión del evangelista San Juan el “aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces”? ¿Ese “aquí hay un muchacho”, qué estará diciendo: será, que más allá, hay otro, y, más acá, también, y, así, sucesivamente? ¿Ese “aquí hay un muchacho”, no sería el primer ofrecimiento de muchos ofrecimientos, después del el del muchacho? ¿La multiplicación, como tal, no sería que en ese sitio, deshabitado, y, a esas horas del día, muy avanzada la hora, con pocos recursos, a nadie le faltó nada porque todos colocaron en común lo que cada uno o por grupo llevaban? ¿Y, en ese detalle del compartir lo poco o mucho para todos, Jesús, tiene el liderazgo de hacer que todos, justamente, se abrieran a las necesidades de pan para todos, como consecuencia de su misma predicación, pues no estaba hablando del Reino de los Cielos y de sus características? “Dios provee”.

Sobre la bendición de los panes y la repartición:


Tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente”. Así lo presentan Lucas, Marcos y Mateo.
Hay un detalle importante de resaltar: no dice que se multiplicaron los panes; tampoco, dice que se reprodujeron. Dice que partió los panes: “partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente”.
Las preguntas son inevitables. ¿Por qué partió los panes? ¿Por qué los va a partir, si se supone que están multiplicados? ¿Y, si están multiplicados por qué no los da enteros para que a cada uno le toque un pan entero, igualmente? ¿Por qué tiene que partirlos? Y los partió, porque los partió, según Lucas, Marcos y Mateo, ¿en cuantos pedazos partió cada pan, por la mitad, en varios pedazos, en cuántos? ¿Cuántos pedazos salieron de cada pan: tres, dos, cinco? Igual con los pescados.
¿Si se trata de una multiplicación por qué tiene que partirlos para después repartirlos? ¿En qué consiste, entonces, la multiplicación de los panes? ¿O, multiplicación significa, en este caso, que con lo poco que había todos lograron comer porque rindió para todos? ¿O, multiplicación significa que todos fueron capaces de compartir lo poco o mucho que llevaban, que fue suficiente para todos, precisamente, por la generosidad y el desprendimiento de todos para con todos?
Desde estos planteamientos, ¿cómo hay que interpretar el verdadero sentido teológico de la multiplicación de los panes y de los peces?
¿Tiene alguna connotación oculta el relato de la multiplicación de los panes y de los peces por parte de Jesús? Una cosa si parece clara, y, es que no tiene sentido que haya habido multiplicación, y, que después haya partido los panes. ¿Los panes se multiplicaron porque estaban multiplicados, en sí y como tal, o, porque al multiplicarse los trozos sacados de los panes fue suficiente para todos los que estaban en ese lugar?
Para poder tener algo al que asirnos, no tenemos otra tarea, que regresar otra vez a los mismos Evangelios que narran la multiplicación, sobre todo al comienzo de cada relato. A lo que le precede porque ahí tiene que estar la clave de la respuesta a estos cuestionamientos.
Así, preguntar al texto: ¿qué hacía Jesús? Les hablaba a la gente. Muy bien. ¿Pero, de qué les hablaba? Ahí está la respuesta: les hablaba del Reino de los Cielos.
No se trata de organizar un cronograma de toda la vida y palabras de Jesús, porque es imposible, sobre todo en el sentido de una crónica, como ya lo hemos señalado en algunas otras oportunidades; pero, sí, es preciso ubicar en líneas generales toda la actividad de Jesús. Según el Evangelio de San Mateo le había hablado a la gente de las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los pobres de espíritu...”(cfr. Mt. 5,1-12); les había hablado sobre que “vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo”(cfr. Mt. 5,13-14); les había hablado de ser mejores que los escribas y fariseos (cfr. Mt. 5,20 ss.); les había hablado de la limosna en secreto y del Padre nuestro (cfr. Mt. 6); del abandono en la Providencia (cfr. Mt. 6,25 ss.); les había hablado de la regla de oro: “todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque esa es la Ley y los Profetas” (Mt. 7, 12); les había hablado de poner en práctica todas las palabras que habían escuchado de su boca, y les había hablado del hombre prudente que había construido sobre roca (cfr. Mt. 7, 21-27); les había hablado en parábolas: del sembrador, de la levadura, del trigo y de la cizaña, del grano de mostaza; del tesoro y de la perla; de la red (Mt. 13, 1-51), y, todas las había comparado con el Reino de los Cielos. ¿Y, no sería todo ello una preparación para que se realizara el efecto de la multiplicación de los panes y de los peces?
¿Qué era el Reino de los Cielos, si no, una apertura al otro, un abrirse al otro como a un prójimo, un semejante? ¿Y, no sería, en ese lugar deshabitado y sin más comida que la poca que cada uno pudiera tener, la ocasión de ponerse en práctica, precisamente, todo lo que venía hablándoles? ¿En qué pudo consistir, verdaderamente, la multiplicación de los panes?
¿Cuál es el sentido teológico y de la predicación de Jesús, en ese justo momento, de la multiplicación de los panes y de los peces? ¿Será la de una manifestación de su poder sobre unos panes y unos peces, inanimados? ¿O, será, más bien en el poder de su palabra para ablandar aquellos corazones y mentes de manera que llegaran a compartir lo mucho o poco que tenían, para que todos pudieran comer? ¿Cuál es el sentido teológico de su palabra y predicación, como resultado de su actividad, en el hecho de la multiplicación de los panes y de los peces de aquel día, en lugar deshabitado y sin provisiones?
¿Dónde podría estar lo maravilloso de la multiplicación?
¿Sí, (suponemos solamente) no fue en esa apertura al otro, no sería, más bien, un fracaso de todo lo que venía predicando y enseñando? ¿Dónde estará lo maravilloso de esa multiplicación?
¿En qué consistió, verdaderamente, la multiplicación?
En todo caso, ahí están todos los datos. Y, volvemos a la insistencia de siempre: ¡cuidado con espiritualizar demasiado los textos porque nos perdemos el fondo teológico!
Tampoco es que se está negando la multiplicación. Nos libre Dios, de semejante atrevimiento.

Sobre el regreso de los discípulos:


Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él  despedía a la gente.” (Mt. 14,22; Marcos 6, 45).
Recordemos lo que habíamos dicho en forma de preguntas sobre el temor de los discípulos de la hora avanzada (véase página 28). Decíamos que, aparentemente, el temor de la hora avanzada era justificado para los discípulos. Aquí, en este versículo, podríamos encontrar una respuesta: Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él  despedía a la gente.” Llama la atención el que obligó a los discípulos: ¿tenían miedo del regreso a esas horas, y, más tarde, que antes? ¿Por qué tenía que obligarlos? ¿Acaso, no tenían razones justificadas? Eran pescadores y sabían de las bondades del mar, pero, también de sus no-bondades, más, si era tarde para el regreso.

A modo de conclusión:

 ¿Hubo, o, no, multiplicación de los panes y de los peces?
Sin duda, que la hubo. Así, nos lo refieren los Evangelios. ¿Pero, en qué consistió la multiplicación? Ahí queda la pregunta.

Nos quedó un detalle, sin embargo, por resaltar: la bendición de los panes y de los peces, por parte de Jesús. Ese simbolismo está relacionado con la institución de la Eucaristía y hay allí un preanuncio a ella, en la Última Cena, porque según el Evangelio de San Juan 6, 4: “estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Pero, ese tema lo dejamos para otro apartado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario